Autor: Irina Kirilina
Tomado de: https://www.culture.ru/materials
Hace unos siglos las mujeres se sometían sin reservas a la voluntad del padre o del esposo: sin su permiso no podían salir de su casa o intercambiar unas réplicas con una persona extraña. Solo durante el reinado de Pedro el Grande, a finales del s. XVII – principios del s. XVIII, aparecieron las primeras leyes que reconocían los derechos de las mujeres, a pesar de lo cual continuó una larga lucha por la posibilidad de estudiar, trabajar y decidir su destino por cuenta propia. Vamos a ver ahora cuándo las mujeres rusas por primera vez pudieron ingresar a universidades, por qué las trabajadoras se declararon en huelga durante la revolución y cómo apareció en el calendario el Día Internacional de la Mujer.
“Atender con amor y miedo”: los derechos de las mujeres en la Rusia zarista
En la antigua Rusia las mujeres de alcurnia gozaban de muchos más derechos y libertades que en las épocas posteriores. Podían gobernar principados, las enviaban como embajadoras a otros países y fungían de consejeras al lado de sus poderosos esposos de alto rango.
Entre los campesinos ninguna mujer podía vivir fuera de su hogar y debía obedecer en todo a la voluntad del hombre de la familia. Antes de casarse seguía los mandatos de su padre y hermanos mayores; al casarse, pasaba a ser parte de la familia de su cónyuge y se subordinaba a él y a sus padres. Su misión y única razón en el mundo era dar a luz y educar a los hijos; sus méritos, la humildad, obediencia, paciencia y piedad.
En la Rusia de Moscú las leyes patriarcales se hicieron aún más rigurosas: no se les permitía salir a la calle sin permiso de su esposo o padre; a veces, el único lugar que podía visitar era la iglesia y solo los domingos; sin permiso ni siquiera podían hacer compras y conocer personas nuevas. Al mismo tiempo, eran consideradas patronas de la casa: administraban la cocina, la servidumbre, la huerta y reservas en sus bodegas. Y la educación de los hijos nunca dejó de ser su principal obligación.
Las normas de la sociedad patriarcal quedaron registradas en Domostroy, conjunto de recomendaciones éticas y domésticas, que reservaban para el hombre el derecho de castigar a su mujer con látigo por cualquier falta: se creía que las golpizas purificaban a la mujer de los pecados y fortalecían su alma. Fue cuando apareció el dicho “Si me pega, es porque me ama”.
“Es apropiado que los maridos enseñen a sus esposas a ser juiciosas con amor y estricta disciplina. Las esposas preguntarán a sus maridos con toda decencia cómo salvar sus almas, agradar a Dios y a su marido, a manejar bien su casa y someterse en todo a su marido, y cualquier cosa que ordene, la atenderán con amor y temor, y se comportarán según esta escritura. Ir de visita e invitar y tratar a quien su marido le diga”.
Pedro el Grande, durante sus reformas, prohibió convertir a las mujeres en reclusas domésticas e incluso obligó a su séquito a llevar a sus esposas e hijas a los eventos de entretenimiento de la corte: las famosas asambleas de Pedro. Al mismo tiempo, aparecieron las primeras leyes nacionales en apoyo de los derechos de las mujeres: ya podían heredar propiedades y trabajar como institutrices. La educación permaneció durante mucho tiempo como un privilegio de las clases altas, pero durante el reinado de Catalina II se abrieron escuelas para niñas de familias menos acomodadas.
La primera organización pública de mujeres, que se llamaba “Sociedad Patriótica de Mujeres”, apareció en Rusia en 1812. Sus miembros se ocupaban de los necesitados, principalmente, de los niños de la calle.
Reformas del siglo XIX: cursos superiores para mujeres y oportunidades profesionales
A mediados del siglo XIX, se aguzó el problema de sus derechos. Las niñas, especialmente las de familias nobles y de comerciantes ricos, exigían, en primer lugar, el derecho a recibir educación superior en igualdad de condiciones con los hombres. En ese momento, el camino a las universidades rusas para ellas estaba cerrado y para estudiar en el exterior se necesitaba el permiso de los padres o del marido. Era imposible salir sin su permiso, ya que las mujeres no tenían pasaporte propio: estaban inscritos en los documentos de su padre o de su cónyuge. Para eludir esta regla, algunas chicas contraían matrimonios ficticios. Es lo que hicieron, por ejemplo, la escritora y filósofa Elena Blavatskaya y la primera en el mundo profesora catedrática de matemáticas Sofia Kovalevskaya. Sin embargo, el matrimonio ficticio de esta última finalmente se hizo real, aunque los esposos no vivieron mucho tiempo juntos.
Por primera vez las mujeres fueron admitidas en las universidades rusas en 1863, pero aun entonces se les permitía asistir a las conferencias sin llegar a ser estudiantes de pleno derecho. Sólo en 1869 se inauguraron los primeros cursos superiores para mujeres en el país: Alarchinsky en San Petersburgo y Lubyansky en Moscú. La educación que brindaban era equivalente a una carrera universitaria.
Otro requisito importante era la oportunidad para trabajar y ganar dinero por su trabajo. La mayoría de las profesiones se consideraban indecentes e indignas para las mujeres nobles: solo podían trabajar como institutrices o maestras rurales y, ocasionalmente, trabajaban en tiendas o cosían por encargo. A veces reescribían partituras, corregían o traducían textos, pero lo hacían en secreto y los materiales no se publicaban bajo sus nombres. Las mujeres de clase baja a menudo trabajaban gratis en el campo o eran contratadas por exiguos salarios como lavaplatos, cocineras y empleadas domésticas.
A partir de la década de 1860 comenzaron a contratar mujeres en librerías, bibliotecas e imprentas. En 1863 apareció el primer equipo editorial, luego se abrió un taller de encuadernación y más tarde nacieron empresas dedicadas a la confección de uniformes militares, todas ellas formados por mujeres. A partir de 1872, la educación médica se volvió accesible para ellas: en San Petersburgo se abrieron cursos superiores de medicina para mujeres.
Sin embargo, a pesar de todas estas innovaciones, a finales del siglo XIX las mujeres todavía no tenían derecho a votar, estaban completamente sujetas a la voluntad de sus padres antes del matrimonio y a la de sus maridos después del matrimonio; además, recibían salarios más bajos que los hombres. Durante la revolución de 1905 comenzó una nueva ola de lucha por los derechos de la mujer. Las mujeres exigían igualdad de derechos con los hombres sin importar la clase social, la posibilidad de la educación conjunta y el derecho a ocupar cargos en las esferas pública y política.
Protestas de mujeres en el Imperio Ruso y otros países
A principios del siglo XX, las mujeres luchaban por sus derechos ya en todo el mundo. Una de las mayores de sus protestas tuvo lugar en Nueva York el 8 de marzo de 1908. En la manifestación participaron más de 15 mil mujeres con las exigencias de igualdad de derechos con los hombres, incluida la posibilidad de votar en las elecciones. Un año después, en 1909, el Partido Socialista de América instituyó en Estados Unidos el Día Nacional de la Mujer que celebrarían el último domingo de febrero.
En agosto de 1910 se inauguró en Copenhague, la capital de Dinamarca, la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas; fue en el marco del Octavo Congreso de la Segunda Internacional, la unión internacional de partidos socialistas de trabajadores. En la conferencia de mujeres participó la famosa comunista alemana Clara Zetkin. Fue ella quien sugirió que las mujeres de todo el mundo adoptaran la experiencia de Estados Unidos y establecieran el Día Internacional de la Mujer, dedicado a la lucha por la igualdad, especialmente por el derecho al voto. Clara Zetkin contó con el apoyo de más de 100 participantes del Congreso de 17 países. Sin embargo, en aquella ocasión no se fijó una fecha única.
En 1911, este día se celebraba el 19 de marzo en Alemania, Austria, Suiza y Dinamarca. Más de un millón de personas, tanto mujeres como hombres, participaron en manifestaciones en cuatro países. Además del sufragio universal, exigían igualdad de derechos al trabajo, formación profesional y protección contra la discriminación en el lugar de trabajo. La fecha del Día Internacional de la Mujer ha cambiado varias veces: lo celebraron el 12 de mayo, el 2, 9 y 12 de marzo.
En Rusia, el Día de la Mujer se celebró por primera vez el 2 de marzo de 1913. En San Petersburgo se llevaron a cabo lecturas científicas públicas, cuyos temas principales fueron el apoyo estatal a la maternidad y el derecho de voto de las mujeres. En ellos participaron más de 1.500 personas. El periódico “Peterburgski Listok” (Hola de San Petersburgo) informó que ese día no hubo manifestaciones en las calles.
En 1914, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el 8 de marzo, aniversario de la celebración en Nueva York, que luego se convirtió en una fecha permanente para la festividad. Ese día se publicó en Rusia el primer número de la revista para mujeres “Rabotnitsa” (Trabajadora), publicado por miembros del Partido Laborista Socialdemócrata, los bolcheviques. Sin embargo, después de varios números, la revista tuvo que ser cerrada: las autoridades detuvieron a quienes trabajaban en ella, confiscaron el equipo de impresión y los ejemplares terminados. Pronto comenzó la Primera Guerra Mundial y el Día Internacional de la Mujer quedó en el olvido durante varios años no sólo en Rusia, sino en todo el mundo.
“Suelten las armas y únanse a nosotros”: las mujeres y la Revolución de Febrero
En enero de 1917, en Petrogrado, como se llamaba entonces San Petersburgo y más tarde, Leningrado, las esposas de los soldados y los trabajadores de las fábricas salieron a las calles. Estaban descontentos con los bajos salarios y la escasez de alimentos: tenían que hacer cola para conseguir solo pan. Un mes después, los trabajadores varones de la planta de Putílov se unieron a las protestas. Y el 8 de marzo (el 23 de febrero según el calendario juliano), se declararon en huelga las trabajadoras de la estación de tranvías de la isla Vasílievsky. Una multitud de manifestantes se dirigió hacia la avenida Nevski, muchos de ellos llevaron consigo a sus hijos. En total, alrededor de 128 mil personas participaron en las protestas de ese día. Los manifestantes marcharon por Nevski Prospekt con las pancartas: “¡No a la guerra!”, “¡Abajo la autocracia!”, “¡Queremos pan!” Las mujeres también estaban exigiendo el derecho al voto.
Las autoridades enviaron policías, cosacos y soldados para mantener el orden en la ciudad. El revolucionario Lev Trotsky, en su libro “La Historia de la Revolución Rusa”, escribió que las mujeres manifestantes “se enfrentaron a las filas de soldados con más audacia que los hombres, les quitaron sus fusiles y casi ordenaron: “Suelten sus armas y únanse a nosotros”.
Cuatro días después de la manifestación, el emperador Nicolás II firmó un decreto según el cual todas las mujeres mayores de 21 años tenían derecho a votar. Rusia se convirtió en la primera gran potencia en introducir el sufragio femenino masivo. Por ejemplo, en Gran Bretaña en aquella época sólo podían votar las mujeres mayores de 30 años, esposas de jefes de familia o graduadas universitarias.
No obstante, a pesar de este decreto, no cesaron las protestas. Las manifestaciones espontáneas desembocaron en la Revolución de Febrero, durante la cual fue derrocada la monarquía rusa.
8 de marzo: cómo ha cambiado la festividad
En 1921, ya bajo el nuevo gobierno, se celebró en Moscú la Segunda Conferencia de Mujeres Comunistas. Sus participantes decidieron preservar la memoria del papel de la mujer en la Revolución de Febrero y, en honor a este evento, hacer del Día Internacional de la Mujer un feriado oficial con fecha permanente: el 8 de marzo. En todas las repúblicas de la URSS, este día era costumbre honrar a las trabajadoras por sus éxitos laborales, y la dirección del partido tradicionalmente anunciaba nuevas medidas de apoyo social a las mujeres.
Hasta 1965, el 8 de marzo era día laborable. Lo declaró feriado Nikita Khrushchev. Fue en ese momento cuando el Día Internacional de la Mujer comenzó a perder gradualmente sus connotaciones políticas. Las mujeres fueron cada vez más felicitadas no como trabajadoras y heroínas del comunismo, sino como esposas, madres y hermanas. De acuerdo con esto, los atributos habituales de la fiesta también cambiaron: en las postales comenzaron a aparecer flores de primavera en lugar de símbolos y lemas comunistas, y nació la tradición de hacer regalos a las mujeres.
El Día Internacional de la Mujer sigue siendo festivo en todas las repúblicas de la antigua URSS, excepto Letonia, Lituania y Estonia. Además, se celebra en Mongolia, Nepal, Corea del Norte y Angola. En China, este día es costumbre dejar que las mujeres salgan del trabajo antes de lo habitual
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